La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad inflamatoria crónica en la que el sistema inmunitario del cuerpo ataca por error el revestimiento de las articulaciones. Un sistema inmunitario hiperactivo provoca una respuesta inflamatoria, que produce síntomas, como dolor, hinchazón y rigidez.
La artritis reumatoide puede comenzar en las articulaciones más pequeñas de las manos y los pies. Sin embargo, a medida que la enfermedad progresa, puede extenderse a otras partes de su cuerpo como el cuello. Esto no suele ocurrir hasta años después del inicio de los síntomas de artritis.
Cómo la AR afecta el cuello
La inflamación crónica en el cuello provoca la destrucción de las articulaciones sinoviales, que son las articulaciones que permiten el movimiento. Cuando la artritis daña esta articulación en el cuello, la columna cervical puede volverse inestable.
Las vértebras son huesos pequeños que forman la columna vertebral. Hay siete, y la artritis reumatoide generalmente afecta el primero y el segundo, llamados atlas y eje, respectivamente.
El atlas soporta el peso de su cabeza y el eje ayuda a que su cuello se mueva en diferentes direcciones.
Una vértebra inestable puede desplazarse o dislocarse con el tiempo y eventualmente presionar la médula espinal y las raíces nerviosas. Cuando esto sucede, es posible que tenga entumecimiento y hormigueo alrededor del cuello que irradia hacia la parte posterior de la cabeza. Esto se suma al dolor en las articulaciones, rigidez e hinchazón.
Qué se siente
El dolor de cuello es un síntoma primario de AR en el cuello. La gravedad del dolor de cuello varía de persona a persona. Es posible que sienta un dolor sordo o punzante en la parte posterior del cuello alrededor de la base del cráneo. La hinchazón y la rigidez de las articulaciones también pueden dificultar el movimiento de la cabeza de lado a lado.
La diferencia entre el dolor de cuello con AR y una lesión en el cuello es que la rigidez y el dolor de una lesión pueden mejorar gradualmente durante días o semanas. Si no se trata, la AR en el cuello puede no mejorar, en realidad puede empeorar. Incluso si los síntomas mejoran, la inflamación, la hinchazón y la rigidez pueden regresar.
La AR en el cuello también difiere de la osteoartritis. El dolor de la AR se debe a la inflamación en las articulaciones, mientras que la osteoartritis implica el desgaste natural de las articulaciones.
La osteoartritis también puede afectar el cuello. Sin embargo, el dolor y la rigidez con la AR pueden empeorar por las mañanas o después de períodos de inactividad. El dolor de cuello de la osteoartritis tiende a empeorar con la actividad.
Dolores de cabeza y AR
Los dolores de cabeza también pueden ocurrir con AR en el cuello. Estos son dolores de cabeza de tipo secundario que involucran la primera y segunda vértebra. Hay nervios espinales a ambos lados de estas vértebras, y son estos nervios los que proporcionan sensación al cuero cabelludo.
Estos tipos de dolores de cabeza también se llaman dolor de cabeza cervicogénico. Pueden imitar una migraña, dolor de cabeza en racimo y otros tipos de dolores de cabeza. Pero mientras que algunos dolores de cabeza se originan en la frente, el cerebro o la sien, un dolor de cabeza causado por la AR se origina en el cuello y se siente en la cabeza.
Estos dolores de cabeza pueden ser unilaterales y empeorar con ciertos movimientos del cuello o la cabeza.
Otros síntomas de la AR
La AR en el cuello no solo causa dolor, rigidez y dolores de cabeza. El área alrededor de su cuello también puede sentirse cálida al tacto o aparecer ligeramente roja.
Se pueden desarrollar otros síntomas si las vértebras presionan la médula espinal y las raíces nerviosas. La compresión puede reducir el flujo de sangre a las arterias vertebrales en el cuello, y puede reducir la cantidad de oxígeno que viaja a su cerebro. Esto puede provocar mareos e incluso apagones.
La compresión de la médula espinal también puede afectar el equilibrio y caminar, y causar problemas con el control del intestino y la vejiga.
La AR también puede causar otros síntomas. Por ejemplo:
- falta de energía
- fiebre
- síntomas similares a la gripe
- pérdida de apetito
- pérdida de peso
- dificultad para dormir
- niebla del cerebro
- golpes duros o tejido debajo de la piel
Diagnóstico
Un examen físico puede ayudar a su médico a medir el rango de movimiento en su cuello, y puede revelar signos de inestabilidad articular, inflamación y desalineación.
No hay una sola prueba para diagnosticar la AR, pero su médico puede ordenar una serie de pruebas para llegar a esta conclusión. Esto incluye análisis de sangre para buscar marcadores inflamatorios y autoanticuerpos que a menudo son indicativos de AR. También puede someterse a una prueba de imagen que toma imágenes del interior de su cuerpo, como una radiografía, una resonancia magnética o un ultrasonido.
Estas pruebas son útiles para determinar el grado de inflamación y daño articular en el cuello.
Opciones de tratamiento
La AR en el cuello puede progresar y causar daño articular permanente. No hay cura, pero una combinación de terapias puede ayudar a mejorar los síntomas y reducir la inflamación.
1. Medicación
Los medicamentos de venta libre y recetados pueden ayudar a detener la inflamación y el dolor en las articulaciones, y retrasar la progresión de la enfermedad.
Los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINE) son útiles para el dolor leve a moderado. Estos incluyen ibuprofeno (Motrin) y naproxeno sódico (Aleve). Si esto no proporciona alivio, su médico puede recetarle un antiinflamatorio más fuerte o un corticosteroide como la prednisona.
Su médico también puede incluir medicamentos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FAME) como parte de su tratamiento. Estos incluyen medicamentos como metotrexato (Trexall, Otrexup), tofacitinib (Xeljanz) y leflunomida (Arava). O bien, puede ser candidato para una nueva clase de DMARD conocida como productos biológicos. Estos medicamentos se dirigen a la parte de su sistema inmunitario que causa inflamación.
Puede tomar DMARD solo o combinarlo con otros medicamentos.
2. Terapia
Dado que la inactividad puede empeorar el dolor en las articulaciones, su médico puede recomendar ejercicio ligero para reducir la inflamación y mejorar la fuerza y la flexibilidad. Esto puede incluir actividades que no implican mucho movimiento del cuello, como caminar o andar en bicicleta.
Comience lentamente y aumente gradualmente la intensidad de los entrenamientos para determinar lo que puede manejar. Su médico también puede recomendar terapia de masaje para reducir la rigidez y el dolor en las articulaciones alrededor de su cuello, o terapia física para mejorar el rango de movimiento. La natación o los aeróbicos acuáticos también pueden ser útiles para la AR, especialmente cuando están en una piscina climatizada.
Dormir sobre una almohada terapéutica puede brindarle un mejor soporte a su cuello y cabeza. Esto puede mantener su cuello alineado correctamente mientras duerme, lo que ayuda a reducir el dolor y la rigidez.
Usar una compresa fría o caliente durante aproximadamente 10 minutos también puede ayudar a reducir la inflamación, la rigidez y la hinchazón.
3. Cirugía
Si tiene daño articular severo y permanente o signos de compresión nerviosa, su médico puede considerar un procedimiento de columna cervical. La cirugía puede incluir fusión espinal que ayuda a restablecer la primera y segunda vértebra, o puede necesitar un procedimiento para eliminar la presión de la compresión de la médula espinal.
La cirugía también puede eliminar cualquier espolón óseo o tejido inflamado en el cuello.
Cuando ver a un doctor
Consulte a un médico para el dolor de cuello que es persistente, no responde a los remedios caseros o interfiere con las actividades diarias, especialmente si ya tiene un diagnóstico de AR. También debe comunicarse con su médico para el dolor de cuello acompañado de:
- hormigueo
- entumecimiento
- dolor de cabeza
- dolor que irradia por tu brazo
Un diagnóstico y tratamiento adecuados pueden reducir la inflamación, retrasar la progresión de la enfermedad y mejorar su calidad de vida.
La línea de fondo
La AR es una enfermedad crónica y progresiva que puede empeorar. La inflamación crónica puede provocar daños permanentes en las articulaciones del cuello, y la AR no tratada puede afectar gradualmente a otras partes del cuerpo. Hable con su médico para determinar qué opción de tratamiento es adecuada para usted.