El menisco lateral está unido a la espinilla y se encuentra en el lado externo de la rodilla. Este cartílago gomoso en forma de C juega un papel clave en el mantenimiento de la estabilidad de la rodilla.
El menisco lateral absorbe los golpes y protege la articulación. También mantiene la articulación lubricada y regula el movimiento de la articulación para prevenir la hiperextensión (sobreextensión). La naturaleza gomosa del menisco lo hace susceptible a las lágrimas cuando se tuerce durante un movimiento irregular. Los tenistas y los levantadores de pesas son propensos a las lágrimas del menisco lateral. Sin embargo, algunas personas experimentan lágrimas a medida que envejecen, probablemente debido a un trauma acumulativo.
El menisco lateral puede romperse por la mitad o rasgarse tan severamente que cuelga de una fibra delgada. Las personas que experimentan un desgarro lateral pueden tener un movimiento limitado en la pierna y no pueden estirarlo. El dolor, la rigidez y la hinchazón en la rodilla son otros posibles síntomas de una lágrima. El daño al menisco lateral puede repararse mediante una cirugía de trasplante de menisco. Las lágrimas también pueden tratarse permitiéndole sanar de forma natural, inmovilizando la rodilla para evitar daños mayores.