P: Me consideraría un perfeccionista, pero también estoy ansioso y un dilatador. Cada vez que me siento nervioso, también siento la necesidad de comer todo a mi alrededor, ¡y no puedo parar! ¿Qué puedo hacer para dejar de comer emocionalmente?
La alimentación emocional es un mecanismo de afrontamiento que puede mantener encubiertas las emociones dolorosas, como la ansiedad, la tristeza y la ira.
En una encuesta, el 38 por ciento de los adultos reveló que el estrés los había llevado a comer en exceso, y el 49 por ciento dijo que comen en exceso semanalmente.
Esto es lo que puede suceder: supongamos que tiene una fecha límite inminente en el trabajo, pero la idea de comenzar su proyecto desencadena una ansiedad insoportable. Para evitar esta emoción repulsiva, postergas buscando un trozo de chocolate o un trozo de tarta.
En tales casos, la alimentación emocional se convierte en un vendaje que cierra temporalmente la puerta a la ansiedad.
No solo eso, sino que comer alimentos azucarados también hace que el cerebro libere neurotransmisores para sentirse bien como la dopamina, lo que eleva su estado de ánimo, al menos temporalmente.
¿Cuál es la clave para desenrollar este comportamiento? Poner freno a la alimentación emocional requiere aprender formas más equilibradas para hacer frente a las emociones problemáticas.
Para hacer esto, debemos preguntarnos por qué sentir emociones dolorosas nos da tanto miedo. Puede comenzar haciendo esta simple pregunta: "Cuando me siento ansioso, ¿qué señal me envía mi cuerpo?"
Por ejemplo, ¿te revuelve el estómago? ¿Tu respiración se vuelve superficial? ¿Tu corazón se acelera? Todas estas sensaciones son la forma en que el cuerpo nos alerta sobre las emociones que necesitan ser notadas.
Después de reconocer estos sentimientos parpadeantes, intente participar en una actividad, como un ejercicio de respiración consciente, escribir un diario o hablar con un amigo de confianza. Cuando prestamos atención a lo que nos duele, el miedo comienza a perder su control, permitiendo que los malos mecanismos de afrontamiento, como la alimentación emocional, se desvanezcan.
Juli Fraga vive en San Francisco con su esposo, hija y dos gatos. Sus escritos han aparecido en el New York Times, Real Simple, Washington Post, NPR, Science of Us, Lily y Vice. Como psicóloga, le encanta escribir sobre salud mental y bienestar. Cuando no está trabajando, le gusta ir de compras, leer y escuchar música en vivo. Puedes encontrarla en Twitter.