A cada lado de la glándula prostática (en el sistema reproductor masculino) hay un conducto eyaculador.
Cada conducto eyaculador tiene aproximadamente dos centímetros de longitud y se crea cuando el conducto de la vesícula seminal se fusiona con el conducto deferente. En este punto, estos conductos viajan a través de la próstata y, en su extremo más alejado, drenan hacia la uretra del colículo seminal.
El semen fluye a través de cada conducto eyaculatorio durante la eyaculación, viajando a través del pene para salir del cuerpo.
Un conducto eyaculatorio o ambos pueden obstruirse en una complicación patológica congénita (desde el nacimiento) o adquirida conocida como obstrucción del conducto eyaculador. Cuando ambos conductos están obstruidos, es probable que los pacientes experimenten síntomas como infertilidad y azoospermia (recuento bajo de espermatozoides) o aspermia (ausencia de espermatozoides). La resección transuretral es un procedimiento quirúrgico que se puede usar para abrir los conductos; su objetivo es hacer posible el flujo de eyaculación regular una vez más.
La hiperplasia prostática benigna, que se refiere a un aumento anormal del tamaño de la próstata, es otra condición que puede afectar los conductos eyaculadores. Aunque esta afección es corregible mediante cirugía, un conducto eyaculatorio podría dañarse en el proceso y causar eyaculación retrógrada.
